sábado, 27 de marzo de 2010

Y no fue solo una idea…Congreso Internacional de EF Escolar

Y no fue solo una idea…
Luciana Goicoechea, Daiana Arrieta (estudiantes),
Lilian Gómez y Silvia Gomila (Profesoras del ISEF Ciudad de General Pico)


Había una idea fuerte: un congreso internacional; un objetivo claro: debatir sobre nuestras prácticas; una fecha establecida: principios de junio y un lugar sin precisar aún, a 140 kms…
Luego, una pizarra con propuestas y tareas a resolver. Y una mesa redonda…
De pronto era un pobre diablo hurgando papeles, leyendo las inscripciones que venían del lugar más recóndito, ordenando hasta las que se extraviaban… De un folio pasó a dos carpetas negras y un bibliorato. Nada alcanzaba… Y ese “nada” era literal: ni el tiempo, ni el presupuesto, ni la gente…
Sí había una condición: todo era para compartir. Lo fue la compu, que era como tocar el piano a cuatro manos; dos corriendo a apoderarse de la silla, cual coyote intentando atrapar al correcaminos. Lo fue el teléfono, siempre alguien al acecho: la secretaría, la organización del congreso y alguien más, vigilando de cerca “ese aparato”. Y lo fue la mesa…, último destino para el que no consiguió nada o para el que sólo logró “pescar” un mate o para el que quería enterarse cómo iba “la cosa”.
En esa mesa se cruzaban las manos de ¡todos! De quienes recibían y enviaban las correspondencias; de los que ordenaban la documentación; de los que producían documentos. También ahí se resolvía el alojamiento; la agenda de conferencias; el diseño gráfico; el armado del software para la acreditación; la contratación de catering, trasporte, sonido, etc. etc… Todo se tejía en esa mesa redonda.
Así, ese espacio de tres por tres, reducto habitual de los profes, se fue llenando de otra gente: a veces, ajenas a la institución; otras, por las alumnas y alumnos nuestros. Nunca tan “nuestros”. Ellos tomaron como propio este acontecimiento y se metieron de lleno en la organización.
¡¡Y vaya si no tuvieron aprendizaje!! Además de aprender a vernos distintos a los profes: renegando, corriendo, angustiados…; tuvieron que responder nuestros pedidos, casi desesperado cuando “las papas quemaban”… Así, hubo quienes confeccionaron un power point que nunca se mostró; hicieron una “maratón de lectura” de fortalezas y debilidades (de la práctica docente, señaladas por las escuelas) en 48hs; localizaron por teléfono a los representantes escolares cuando la respuesta más prometedora era: “No está; llamá mañana”; ordenaron las inscripciones, siempre perdidas en un sobre o en una carpeta o en una coordinación… Pero volvieron a ordenarlas una y otra vez, ¡por localidad, alfabéticamente y por ámbito!
Los profes de la organización, que nunca dejamos de dar clase, aprendimos casi al final que la única salida era delegar. Entonces, se armaron equipos y se pusieron en marcha: los “artistas” del Instituto con toda su capacidad creativa; los “entendidos” en tecnología; el organizador del “colectivo” de estudiantes; “las chicas de acreditación”, cuyos dedos echaban chispas al pasar a una única computadora personal los datos de los asistentes al congreso. Y algunos no se llamaban ni “Pérez” ni “García”; más aún, a veces les costaba descifrar si se trataba de nombre o apellido; mujer o varón.
Dijimos que el espacio era chico?... “Pero, el corazón, grande!!” Llegaron amigos de la casa: cordobeses y brasileños que se sumaron a la mesa redonda, dispuestos a debatir -previo al congreso- cuestiones de la educación física. ¡Se salvaron de que a esa altura les encomendáramos alguna tarea!

Faltaban sólo dos días para el congreso y de repente, nos dicen desde Santa Rosa: “Hay que acordar con el portero la seguridad y limpieza por una módica suma”; “No autorizan la instalación de la carpa en el patio de la escuela”; “El técnico de sonido no llega a tiempo desde Buenos Aires”; “Por la gripe A, enviar listado completo de asistentes al congreso (estimábamos 600…), con detalle de procedencia, medio de transporte utilizado y lugar de alojamiento”. Estábamos a 140 kms del lugar y teníamos sólo 48hs para resolverlo; ¡si no dormíamos!…. Y resolvimos.

El día anterior al congreso subimos los equipos multimedia a los autos, organizamos los micros que transportarían alumnos, profes y demás personal y abandonamos la mesa redonda…
Al llegar a Santa Rosa, la noche –y el descanso- tardó en llegar para algunos organizadores… Antes había que: escuchar las indicaciones de la responsable de salud, quien nos indicó el protocolo a seguir; acordar detalles con la persona de ceremonial (la única que a esa altura había pasado por la peluquería…) y armar, con la ayuda de familiares y hasta las 3hs de la mañana, 500 carpetas con credenciales.

Era el “día D”. La gente comenzó a llegar y pronto fuimos realmente pocos para hacernos cargo de tanta movida. Igual lo hicimos, tal vez de guapos y guapas que somos…, tal vez movilizados por el entusiasmo de nuestros alumnos y alumnas –en ese momento compañeros y compañeras…
Fuimos ocupando cada uno el lugar en el que nos anotamos, para cumplir a tiempo un “buen papel”.
Y si de papel hablamos…, había uno para completar sí o sí: la declaración jurada del “estado personal saludable”; trámite que se impuso por la gripe A. Y así lo hicimos todos: los 700 asistentes, amontonados y compartiendo las biromes. El Estado, presente.

Luego, todo transcurrió más o menos como se preveía… Salvo, las “actuaciones” de nuestros alumnos y alumnas, que sorprendieron. Deslumbraron con dos números “artísticos”: uno de apertura al debate y otro, como bienvenida a las delegaciones. La sala llena aplaudió de pie. Nosotros, también.
Ya no había una mesa que nos congregara para trabajar. Cada uno estaba en “su puesto”: coordinando comisiones; armando equipos de sonido; asistiendo gente; pagando viáticos y otros gastos; acompañando delegaciones; etc. etc. Todos aprendimos de todo: multifunción, multitarea; como en “el número” de los chicos: había que pasar de salsa a tango; de marcar el paso a hacer malabares…
Los únicos momentos de encuentro quedaron para el final del día, cuando vencidos por el cansancio, pero satisfechos por lo realizado, organizadores, panelistas y profesores nos reuníamos a compartir una comida, charlas, anécdotas, cuentos…, de aquí y de allá… Recargábamos pilas para el día siguiente.

Fue la última jornada la que nuevamente nos puso a prueba… “Nos robaron equipos” fue la frase que retumbó en nuestros oídos. Entonces, una rifa por libros de texto fue una alternativa, propuesta por quien vendía libros en un stand. Y los asistentes respondieron comprándola.

Al final, vinieron las evaluaciones por escrito, insumo para compartir, discutir y mejorar… Pero otras voces no se hicieron esperar y al cierre del congreso, pidieron el micrófono para expresar satisfacción y llenarnos de elogios.
Y aplaudieron de pie... Al frente, nosotros, “cuatro gatos locos”, todavía de pie… También aplaudiendo. Aplaudiéndonos…

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